EL AUTOR



Enrique Gallud Jardiel (Valencia, 1958) es un prolífico autor, nieto del gran humorista Jardiel Poncela, que se ve obligado a escribir muchos libros para poder pagar sus innumerables deudas.
          
Cultiva el género denominado iconoclastismo, que consiste en poner como chupa de dómine a todo tipo de sujetos famosos, preferiblemente a aquellos que ya están muertos y no pueden tomar represalias. También se especializa en la desmitificación de obras clásicas de las letras, de ésas que todos fingimos haber leído para presumir de cultos pero que en nuestro fuero interno reconocemos que son inaguantables. En esta línea ha publicado varios libros, como Historia estúpida de la literatura o Grandes pelmazos de las letras universales, pero siempre con editoriales distintas, ya que ninguna ha querido repetir la experiencia.

LA OBRA



Libros que no querrás leer es un libro que sí querrás leer, por ser un divertidísimo muestrario de obras famosas de la literatura, vistas a través del cristal multicolor de la parodia y la sátira.

        
En él se hallan versiones cómicas de los escritos de autores como Shakespeare, Bécquer, Borges, Cervantes, Tolstoi, Zorrilla, Christie, Pirandello, Ibsen, Alberti, Séneca y muchos otros. Hay escritos apócrifos, cuentos de fantasía, versos satíricos, libros resumidos para que se entiendan, explicación cómica de subgéneros, una antología de pedanterías, un pequeño manual que enseña a los lectores a eludir bodrios y más cosas. Es un ejercicio de desmitificación literaria, dentro del más estricto buen gusto y con un humor inteligente y variado, que hará las delicias de todos aquellos lectores que sepan leer.


ÍNDICE


TEXTOS QUE ESCAPARON A LA QUEMA

Las inmarcesibles glorias de España — José María Pemán
Egipto en colores — Giovanni Papini
Torerías — Gerardo Diego
Pedrito y la luna sabihonda — Gloria Fuertes
La Cava, por quien se perdió España — Washington Irving
Paripés para el pueblo — Henrik Ibsen
La mar de césped —Rafael Alberti
Cazando focas — Jack London
Los vecinos que daban mucho la lata — Enrique Jardiel Poncela
La vaca y el tren — Anthony de Mello
El canto de los sinónimos — Lucio Anneo Séneca
Lejías del futuro — Ray Bradbury
La carta que llegó por la mañana temprano — Luigi Pirandello
Las molestas plagas de Egipto — Agustín Moreto


FLORILEGIO DE PEDANTERÍAS

Lo cómico: un intento (fallido) de definición
El tormento de firmar libros
La ludingüística
Cómo eludir bodrios
Noventayochismo, palabra fea donde las haya
Una pausa para publicidad
Las infames dedicatorias
¿a quién plagiaba Calderón?
Bibliofagia experimental


SUBGÉNEROS PEQUEÑITOS

Voy al pasado y vuelvo — Cuento
Un cuarto de hora con Juanita Pérez — Entrevista
Destino de cenizo — Lipograma
Laus britanicae — Cronología
Eurípides, Cacharet y Zumalacárregui — Anécdota
Retahíla de quejas — Carta al Director
Autoloa — Ovillejo
¡visite el polo! — Folleto
Libros regalados — Chiste
Jenófanes, el unista — Semblanza
El maestro que dormitaba al borde del camino — Parábola
Mundo insólito — Noticia


OBRAS SIMPLIFICADAS PARA QUE SE ENTIENDAN

El «Tenorio» a cachos — José Zorrilla
La camisa de la felicidad — Lev Tolstói
El puente sobre el río que hay — Pierre Boulle
Don Quijote en un acróstico — Miguel de Cervantes
Eros en la verbena o El boticario indeciso — Ricardo de la Vega
La víctima del tópico — Las mil y una noches
Me cargo al testigo de cargo — Agatha Christie
Rimas zurdas — Gustavo Adolfo Bécquer
Tercer (y afortunadamente último) poema de los dones — Jorge Luis Borges
Drácula chupa — Bram Stoker
La ciudad que nadie sabía cómo se llamaba — Alan Jay Lerner y Frederick Loewe
Pero, bueno, ¿volamos hacia Moscú o no volamos? — Peter George